Si pensabas que la arquitectura de las casas de campo era solo para viviendas fuera de la ciudad estás muy equivocado. En plena ciudad también puede construirse una, y sino que se lo pregunten a los diseñadores de la magnífica residencia que visitaremos hoy en la ciudad mexicana de Guadalajara. Con 1100 metros cuadrados de construcción sobre un predio de 1370 metros, esta casa en la ciudad tiene espíritu de casa de campo: fluida, luminosa, transparente.
Utilizando señas de identidad típicas de la arquitectura colonial, el recorrido de la casa inicia con un portón que se abre y da acceso a un patio cuadrado que funciona como vestíbulo, distribuyendo las estancias y encaminándonos hacia el espacio principal.
La fachada principal es una discreta estructura que no hace justicia a la belleza que encontraremos al otro lado del portón. Una serie de volúmenes blancos que se mimetizan en el ambiente, haciendo destacar los elementos estructurales del techo de madera, la teja y el portón. Los ventanales corresponden al estudio, el único espacio que mira hacia la calle. El resto de las estancias se abren hacia el patio interior.
Cruzamos el portón y entramos de lleno en un patio central que distribuye los espacios a la vez que genera una atmósfera relajada antes de entrar de lleno en la vivienda. Un espacio fresco, iluminado naturalmente: un patio como el de las casas de antaño, con las habitaciones dispuestas alrededor, pero esta vez lleno de modernidad y vanguardia.
El salón es un espacio acogedor en donde predominan los detalles de madera clara: las vigas del techo, la carpintería, la estructura de la pérgola en el exterior… Los muebles, en color blanco, destacan sobre los tonos grises de las paredes y del pavimento, y los detalles en color rojo y negro se convierten en elegantes destellos luminosos.
Al fondo del patio se encuentra el comedor, un espacio rodeado por hermosas vistas tanto hacia el interior como al exterior de la vivienda. Elevado del nivel general del suelo y abierto a doble altura, el comedor se convierte en un espacio amplio y muy luminoso, de color blanco y fresco.
El dormitorio principal mantiene la paleta de colores claros que venimos viendo en el resto de la casa. Aquí se engalana con detalles en madera. El ambiente es acogedor y cómodo e incluye una parte interior y una exterior con un acceso a la terraza.
El baño principal está abierto a un jardín interior de inspiración japonesa. La privacidad no un es problema ya que las habitaciones pueden abrirse y cerrarse según las necesidades del momento.
La guinda de esta página se encuentra al otro lado de los ventanales: el jardín posterior se concibió como la fachada principal de la casa, como característica de la arquitectura regional. Los espacios abiertos se aprovechan al máximo y la piscina parece un delicado espejo de agua que encamina y refresca la vista antes de que se pierda entre el verde paisaje del horizonte.
El despacho de arquitectura Taller Luis Esquinca, no sólo se encargó del diseño y construcción de la obra sino también de muchos de los muebles que visten la casa.
Terminamos con esta fotografía una vez cae la noche. En ella vemos una casa de campo acogedora que combina madera con teja, aprovecha la luz natural y tiene un espectacular diseño para la iluminación artificial… Un cachito de campo ¡en medio de la ciudad!