Una de las mejores cosas del verano es poder disfrutar de nuestro jardín o terraza por la noche. Es cierto que las altas temperaturas del día no siempre nos dejan aprovechar estos espacios como nos gustaría, pero la noche es sin duda el mejor momento. Las temperaturas bajan ligeramente, el sol se esconde y sopla una ligera brisa. Momento perfecto para improvisar una cena romántica en el jardín y disfrutar, parafraseando a Shakespeare, de la cena de una noche de verano.
Fundamental para cualquier cena en el jardín: mobiliario cómodo. En sillas de plástico que se tambalean o mesas demasiado bajas para comer, la cena de ensueño que habíamos planeado a la luz de la luna se puede convertir en casi una pesadilla. Mucho mejor si contamos con la mesa adecuada y unos sillones de mimbre como los de la fotografía, donde no faltan sus correspondientes cojines.
Dicen que por la noche todos los gatos son pardos, pero eso no quita que nuestras cenas en la terraza estén llenas de color. Color en los platos, en los manteles, en los vasos… ¡Hasta en la comida! Sandías, tomates, lechugas bien verdes, melocotones que rebosan luz… que no falte el color, que ya vendrá el gris invierno.
Flores, velas, cojines… no importa lo informal que sea la cena, nunca está de más cuidar los pequeños detalles. Cada noche de verano es especial, así que disfrútala al máximo.
Después de estar todo el día con las gafas de sol, es hora de dejar que nuestros ojos descansen. Una luz romántica y tenue será suficiente para cenar en compañía: velas, apliques con luz ambiente, faroles, pero nunca grandes lámparas. Lo único que conseguirás así es que te acribillen los mosquitos y den al traste con el agradable ambiente de tu jardín.
En verano las noches se detienen y a veces parece imposible irse pronto a la cama. Porque después de la cena bajo las estrellas siempre quedan ganas de un poco de sobremesa y de algo fresquito: granizado, batido, copa, etc. Tú eliges. Pero no tengas prisa, disfruta las noches de verano: las echaremos de menos cuando no las tengamos.
No todo el mundo tiene el privilegio de contar con una piscina en casa. Si eres de los afortunados aprovecha la oportunidad. Después de la cena y la copa, nada mejor que un chapuzón bajo las estrellas antes de irse a la cama. Placer de reyes al alcance unos pocos.
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