La semana pasada escribimos sobre las continuaciones del paisaje y mostramos varios ejemplos arquitectónicos, donde casas se insertaban al contexto y fluían con él de tal suerte que si no lo enriquecían, al menos pasaban desapercibidas sin dejar a un lado la funcionalidad y la belleza.
Para seguir con esa línea de pensamiento, encontramos un fascinante proyecto que nos ha robado el aliento y nos ha dejado más que sorprendidos de la mejor forma: Casa Narigua de los profesionales de P+0 Arquitectura bajo la visión y batuta de el arquitecto David Pedroza.
Y en homify quisimos compartir contigo esta maravilla…
Al oeste de Monterrey, la capital, se encuentra la localidad de El Jonuco, en el Municipio de Santa Catarina a 1740 metros de altitud. Y esta zona montañosa de bosques de coníferas es el desafiante lienzo sobre el cual el arquitecto David Pedroza Castañeda decide pintar un sueño: Casa Narigua.
Albergando un Bosque de Coníferas, las montañas que, en el lado oeste de hecho se tocan las puntas, la región de El Jonuco provoca un baile entre la construcción y el entorno. Abundante en Cipreses y Cedros, se alzan como columnas cuya solución pudo haber sido su destrucción, más los profesionales de P+0 Arquitectura rompen con el reduccionismo conquistador y respetuosos a la naturaleza, diseñan la pieza como un cuerpo de tres bloques a base de prismas superpuestos y voladizos a dos plantas que dan un paso hacia atrás y hacia adelante a través del sitio para encajar en el entorno y solucionar el reto de los desniveles propios del terreno. De esta forma se evita perturbar violentamente el contexto y brindan ligereza a una vivienda que de otra forma, por sus materiales inclusive, se alzaría pesada y densa.
Los caminos y las paredes se pavimentan de piedras locales por su resistencia, capacidad de amortiguación y aislamiento así como su color que se mezcla perfectamente con la paleta ofrecida por la madre tierra. Casa Narigua, como lo define su autor, es un trabajo de piedra humildemente colocado en un paisaje impresionante.
Esta serie de prismas, volúmenes superpuestos ofrecen una circulación tan dinámica como su emplazamiento, los prismas voladizos producen terrazas y puntos panorámicos que se comunican verticalmente como las columnas de cipreses y cedros que le rodean.
El arquitecto menciona que su inspiración fueron ’los residentes (que) viven al lado de la típica vegetación y la vida silvestre’, evocando de esa forma, numerosos pueblos mexicanos delimitados por las montañas en el valle que se forma por ambas sierras.
Como podemos apreciar en la imagen, se recurre a un tipo de decoración igualmente ecléctica, predomina la madera tapizando paredes y pisos que se ve acentuada por detalles clásicos de una decoración colonial contrapuesta con detalles post-coloniales a la usanza de revivir la época prehispánica.
Así vemos como pueden conversar varios crucifijos de madera con un alebrije a la orilla de la cabecera que hace los usos de balcón. Es interesante resaltar la manera en que, aunque se cuenta con grandes espacios de almacenamiento, estos se incorporan en una continuidad y se dejan semi-vacíos para mantener la idea de ligereza por toda la casa.
Acorde a su creador ’la paleta de materiales utilizados da al proyecto un aspecto rústico atemporal que sirve como fondo para distintos objetos.’ Y nosotros agregaríamos, que también da lugar a distintos estilos que, por muy diferentes que pueden considerarse uno del otro, conversas mágicamente en este espacio.
Como podemos admirar en la imagen, se mantiene ese estilo industrial, paredes de concreto enmarcan un desayunador de granito que se exalta en mobiliario de acero inoxidable y una sobriedad en piso de cemento pulido y superficies de trabajo de la misma línea.
Es curiosa la inexistencia de una campana en la isla desayunador, sin embargo se puede denotar una especie de sistema de circulación de aire al finalizar la cocina que, complementa el aire natural que predomina al correr las ventanas hacia una de las terrazas que también sirve de comedor.
Y es la forma como mejor se puede describir y apreciar esta combinación que se aprecia en la imagen. Una sala en piel morada se articula con réplicas de bustos prehispánicos en una conversación de colores que se acogen a las vigas de madera que discretamente albergan un sistema moderno de iluminación de leds que no logra competir con la luz natural que le absorbe.
El diálogo de las ventanas, paredes gruesas, techos planos y vigas de madera son comunes en la arquitectura tradicional mexicana por lo que son un recurso muy usual y siempre fascinante.
Mobiliario típico de madera y piel, resalta la presencia de una mesita de centro que quizá desequilibra en su desenfadado descuido que ha sido, paradójicamente muy bien cuidado.
Una gran terraza que ofrece a sus habitantes una cubierta con piscina y la imponente vista hacia las montañas. Se hace lugar entre un piso de madera a esta pequeña alberca que igual cumple los usos de un jacuzzi y permite en los días soleados del semi-húmedo clima, dejarse acariciar por la frescura y el verano.
Cabe resaltar la presencia de un barandal de vidrio que, nuevamente, permite la extensión y a su vez la absorción del lugar donde se emplaza esta obra de arte arquitectónica.
Y el truco se revela simplemente por el respeto a la naturaleza y por utilizar sus caprichosas formas en nuestro favor. Un grupo de terrazas se despliega en el lado oeste de la casa con vistas hacia dos imponentes montañas que de hecho se tocan, lo que puede parecer que cierran flancos alrededor de la vivienda que termina no como un accidente geológico sino como un refugio a manera de diamante entre el carbón.
De esta forma Casa Narigua, finalista del XXIII Premio de Obras Cemex en el año en curso (2014) se alza majestuosa y a la vez humildemente entre las montañas de El Jonuco rindiendo honor al entorno y funcionalidad y protección a sus habitantes.