A la hora de planificar una cocina, uno de los aspectos más importantes que se deben estudiar es la ergonomía para así decidir su mejor distribución. En este sentido, se debe de pensar en la cocina como un lugar de trabajo, donde cada labor debe ser desempeñada en una zona específica y la configuración debe estar pensada para optimizar los tiempos de trabajo y eficacia.
Por lo tanto, diseñar cocinas no suele ser tan sencillo como parece. La selección del mobiliario, los colores, los electrodomésticos y su distribución, son aspectos donde el diseñador o el usuario suelen poner mucha atención.
Con base en la ergonomía, aplicando la lógica y utilizando un esquema de distribución óptima, los arquitectos y diseñadores de cocinas tienen un secreto para lograr crear cocinas sumamente funcionales cuyas áreas se encuentren conectadas de la mejor manera posible para garantizar una experiencia agradable cada vez que se haga un platillo en la comodidad de la cocina.
Todos estos aspectos y lineamientos se conocen como: El Triángulo de Trabajo. Esto es un esquema de diseño que plantea ciertas directrices a cumplir para garantizar que la cocina funcione de manera cómoda y adecuada.
Si quieres conocer más sobre éste curioso concepto, te invitamos a que sigas leyendo que abajo encontrarás explicación, ideas y ejemplos.
El triángulo de trabajo es una teoría que se desarrolló en los años 40 en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Illinois, Estados Unidos. Consiste en conectar las principales zonas o puntos de trabajo de la cocina y los recorridos a realizar entre ellos siguiendo la forma de in triangulo que puede ser, equilátero, isósceles, escaleno.
Las zonas que componen el triángulo de trabajo de la cocina son tres, de ahí que se denomine a la teoría el triángulo de trabajo. Dichas áreas son:
Sin importar las medidas o el tamaño de la cocina, el triángulo de trabajo debe poder leerse de manera sencilla y natural. En un boceto pueden trazarse líneas que conecten los distintos vértices del triángulo para así medir las distancias y asegurarse de que el diseño que se plantea funciona de manera óptima en el área de la cocina.
El triángulo de trabajo debe cumplir con ciertas medidas para garantizar un funcionamiento óptimo y cómodo para el usuario. A continuación las medidas máximas y mínimas que debes conocer:
Nota: no deben existir obstáculos o mobiliario que interfieran el recorrido entre las estaciones de trabajo.
El triángulo de trabajo de la cocina no es una regla fija, sino que, basándonos en ella podemos variarla y acomodarla a nuestras necesidades, pudiendo convertir este triángulo en un cuadrado o un rectángulo si añadimos la zona de horneado por poner un ejemplo.
Existen múltiples formas para configurar y distribuir el espacio de la cocina de acuerdo a esta teoría. Vamos a ver las distribuciones más utilizadas, con sus respectivas ventajas y desventajas.
Distribuir la cocina en forma de L es una buena solución si se quiere aprovechar una esquina, dando la opción de disponer de una pequeña isla o mesa tanto trabajar como para comer. No es la mejor distribución y si hay más de una persona a la vez cocinando puede resultar un poco caótica.
Es una buena opción si se dispone de poco espacio para la cocina; de hecho, es una de las más acertadas, ya que permite colocar la zona de almacenamiento y la de trabajo una enfrente de la otra mejorando mucho la forma de trabajar. Su mayor problema es sin duda la congestión que se puede ocasionar en la zona si está ocupada por mas de una persona.
Esta es sin duda la mejor forma de distribuir la cocina, pues permite aprovechar al máximo el espacio y además brinda múltiples opciones de almacenaje. El detalle a cuidar es que hay que tener cuidado de no disponer unos lados del triángulo de trabajo mayores de lo recomendado.
Como ejemplo de un resultado final exitoso, tenemos ésta adorable cocina donde claramente demuestran un esquema de trabajo limpio, organizado y que sigue las normativas del triángulo de trabajo a la perfección.